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miércoles, 22 de junio de 2016

NUESTRA EXPERIENCIA IV


Me vestí de nuevo para vernos esta noche, para sentirme seguro que lo nuestro no será un breve instante, para tomarme un café y dejar pasar las horas, sentir el viento de las seis rozar mi rostro y en la misma sintonía, acercarme a la posibilidad de que lo nuestro es una canción escrita al lado del mar, con las estrellas como fieles testigos de cada letra, de cada alegría, de cada suspiro.

El faro de la esquina titila y las hojas secas del árbol que está al lado del parqueadero, se elevan sin rumbo fijo, como las ideas de quien siente que la lluvia es una danza que se detiene sin llevar fregadera y con las cenizas del sueño que se murió en la recámara ésta mañana, cuando el autobús anunciaba su siguiente parada.


No hay una palabra aún pronunciada, la regadera deja caer las gotas sin cesar, las tostadas están pasadas de color, las noticias en la radio anuncian que habrá un buen sol, mi corazón se ha colocado al lado donde hay calor, mis manos están frescas y mis ojos llenos de timidez por cada silencio marcado en los rincones donde una vez hubo amor.


Recojo el cuaderno donde escribí mi último poema, lo leo de nuevo y una sonrisa ligera se dibuja como de quien esconde su mañana, mis pies están ausentes, la señora del cuarto piso hace sonar sus tacones recién comprados, las tetas de doña Berenice están expuestas en la ventana y don Miguel, que no se esconde de nada, deja caer la baba como símbolo de su idiotez.

El pájaro amigo, el que me recuerda mis primeros años en la escuela, deja caer su excremento en la cabeza de don Fermín, la escoba de doña Silvia, barre por enésima vez las escaleras, la voz chillona de la niña que aún no madura, retumba en las paredes de los apartamentos y genera tal descontento, que los perros y gatos, deciden irse al parque de al lado.

Son las nueve en punto, el café está frío, miro al firmamento y una nube con figura de ángel, baila al son de mis recuerdos, la canción recién dedicada suena en la radio, un lápiz de color rueda por el piso y las lágrimas que se habían aquilatado, aparecen al lado de la cama, donde aún las cobijas, están sin tender y la toalla, aún conserva la humedad del baño de las seis.


Son ya varios meses con tus besos en mis labios, con tu mirada en mis ires, con tu sonrisa en mi legado, con tus abrazos en mi piel, con tus caricias en mi interior y con cada palabra TE AMO en los bordes de mi corazón, son tantas líneas escritas entre un te espero y mañana volveré, son tantas tardes deseando que la banca siga ahí y que el que te quedes sea un definitivo no partir.

A lo mejor solo sea yo quien ame aquí entre los dos, a lo mejor mis fantasías sean solo una burla entre tu pasado y mi sentir, más el taciturno refugio de lo vivido, seguirá adornándose para la fiesta de mi santo, y entre las caracolas y el beber una cerveza, pasan los ecos de la guerra de indiferencia que me declaraste ayer, cuando aún las mariposas revolotean por ti.

Dime que el viento sopla a nuestro favor y que el daño que me causaste, solo es fruto de tu estúpida inmadurez, que la luna no es un queso, que la duda es una oportunidad, que mis besos si te encantan, que la noche es nuestra cómplice, que nuestro hoy es un todo y que el mañana aunque no exista, es nuestra más bella realidad.


Roxanne
(Gustavo Gómez Reyes)