LEE UN LIBRO
Todos los días en
la escuela se encuentran los maestros y
las maestras con la ardua tarea de motivar a los y las estudiantes para que
lean un libro.
En otrora la tarea
no era tan difícil, ya que la tarea contaba además de la disposición de los
jóvenes, con unos padres y madres que aportaban su grano de arena para que se
alcanzara dicho objetivo.
Es de anotar que
los aparatos tecnológicos hoy son un distractor y no una ayuda pedagógica, ya
que por un lado, los docentes no están en la vanguardia y los jóvenes no están
en lo más mínimo interesados en convertirlos en biblioteca.
Y para sumar,
contamos con los medios masivos de comunicación que en vez de ser colaboradores
del buen uso del tiempo libre, seducen a los jóvenes para que se vuelvan
consumidores activos de la televisión violenta, agresiva, manipuladora y
corrupta.
Hoy a los canales
de televisión no les importa que la juventud se esté sucumbiendo entre los
proyectiles y las cirugías estéticas, entre la manipulación y el cómo ser un
excelente corrupto.
Leer un libro debe
ser la tarea permanente de quiénes creemos que en ellos sigue habiendo la
manera única de hallar una salida libre ante tanto agobio de mediocridad, donde
los jóvenes puedan caminar sin tropiezo alguno y con la cabeza en alto de que
las letras son un tesoro infinito para conservar.
No dejemos que
quienes se han preocupado por hacer de las letras un bello arte, desaparezcan
para las nuevas generaciones. Ningún escritor pasará de moda mientras existan
en las escuelas y en los medios masivos de comunicación, personas interesadas
en realzar la tarea de leer un libro.
Volvamos a las
formas de hacer escuela, usemos los libros como herramienta de estudio, hagamos
de los libros la llave maestra para adquirir conocimiento, dejemos que los
libros se vuelvan los compañeros permanentes de los jóvenes, lustremos los
libros ante el polvo que quiere cubrirlos.
Que la familia lea un libro después de la
cena, donde todos los miembros sean activos en el proceso. Que la televisión
deje de ser el distractor que sigue separando y permita que un libro sea quien
reintegre.
Volvamos a la época
en que los padres y las madres leían un cuento a los críos antes de dormir,
hagamos de la taza de café, un momento para debatir sobre lo leído, que el
periódico vuelva a asomarse por las puertas de las casas.
Es el momento de
esparcir el polvo mágico de la lectura por todos los rincones de las escuelas,
de las casas, y es el momento de cargar la mochila llena de libros para que los
jóvenes copien el buen ejemplo y saquemos del adormilamiento a la lectura.
Lic. Gustavo Gómez Reyes
(tatalius)
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Excelente campaña la que estas realizando compañero, que bueno que pudieras fortalecerla con un Cafe Llibro, en el cual pudieras ambientar la teleaula, y tuvieras un encuentro con los estudiantes de 11° que estén leyendo un libro y poder compartir así la experiencia de lectura que están teniendo. En otras palabras tener una tertulia literaria eustaquiana, mientras toman un café. La ambientación se podría hacer con imágenes de Eustaquio Palacios. Si decides hacer este ejercicio, me invitas.
ResponderEliminarUn abrazo.