Y la tristeza se deja ver y el
llanto se alarga, la mañana suena como una tarde sin tiempo, la oscuridad de
mis labios cuando no tengo tus besos se apodera una vez más mi ser trémulo y
entre las risas y miradas de los que pasan por la estación recuerdo los bellos
momentos de lo que una vez hicimos.
Las gotas de lluvia caen
lentamente mojando mis hombros, mis pies cansados de andar y no encontrar
aposento claman por la pasión de tus abrazos, mis ojos casi derretidos por la
ausencia tuya que se hace cada vez más evidente, dejan ver que eres tú mi luz y
mi tranquilidad.
Los vehículos rugen por el
asfalto de esta lánguida ciudad que ve cómo pasan las horas sin rumbo, el té de
las cinco se sirve caliente mientras por la ventana se ve pasar a la señora del
cuarto piso que sacude su paraguas frente a la cera y el niño que jugaba con su
pelota de colores, se ríe sin parar.
Las hojas secas que se van
humedeciendo poco a poco, se adhieren a la tierra hecha barro, las bancas del
parque cuentan una a una las historias de amor que en ellas se han tejido, los
pájaros han decidido guardarse entre las ramas del árbol más grande y un te
extraño se hace evidente.
Duerme la ilusión y un paseo de
verano se recuerda entre las sábanas blancas, el frío de la noche lleva
melancolía escrita con pausa, las voces de los principiantes merodean por el
puente, una cerveza bien fría y unos guantes tejidos, hacen de este encuentro
uno más en este escrito.
¡No te quedes dormida! Le grité
desde el portón, - espera a que sean las seis para que juntos podamos ver el
amanecer por esta sola vez. Ella me sonrío y dejó caer su rostro entre la
almohada cubierta de sueños y a su lado el libro de la nostalgia que aún no
termina de leer.
Un verso declamado cuando aún
éramos conocidos, una palabra hecha para el amor, dos labios ansiosos de sellar
en un beso el deseo y con la mirada fija en un horizonte, se empezó a escribir
lo que sería la historia más bella que el universo de Shakespeare hubiera
soñado.
Las gotas de lluvia no dejan de
caer, entre ellas se confunde una lágrima, el piso recién brillado y un
silencio que aparece entre los descuidos de los míos y los tuyos, lo carnal se
eleva a lo más sublime y de tu cuerpo me siento preso, como una idea entre la
razón.
Mis ojos se van cerrando tratando
de encontrarte en el camino, las farolas de los coches pasan y pasan
persiguiendo un descanso, las cortinas entre abiertas de se elevan hasta
golpear las hojas que reposan en la mesa y dejan caer la ilusión de que estés
conmigo de nuevo otra vez.
-¡corre tras ella suspiro
alentado por la angustia de querer saber, si estás en mi frecuencia o si eres
solo un despertar! Anídate y deja que la seducción de este mes elegido por
nosotros sea una corriente que traiga la magia que necesitamos para hacernos
uno y dejar de ser dos.
Que tu paz sea mi sosiego, que la
brisa sea nuestro volver, que el esperarte sea una música tocada para sentirte
recién, que mis manos sean las palomas que acaricien tu piel y que las letras
de nuestros nombres no dejen de escribirse en lo que y será nuestra historia,
mi querido bien.
Roxanne
(Gustavo Gómez Reyes)
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