BREVE REFLEXIÓN
Descubrirnos como seres racionales dentro del suburbio aglomerante y perturbador de la sociedad que crece a una velocidad sideral, llena de luces de bengala y coloridos momentos que se tejen entre lo crucial y lo etéreo, hace que nazca una nueva generación que está llamada a ser la transformadora.
La escuela es el iceberg exaltado que desde los tiempos de la mal llamada “guerra de los mil días”, ha levantado la voz revolucionaria de los derechos, ha sacudido el querer y lo ha mezclado con la voluntariedad de la sensatez, que ha visto pasar los días sangrientos por las rutas de la nueva Colombia que se erigía desde el gobierno de Manuel Antonio Sanclemente.
“Servir o ser servido”, dilema en el que se ha centrado en tardes y noches las conversaciones de los maestros que, en otrora, dirigían sus saberes a las clases oculistas y subyugadas por el poder de la retórica y acomodada por la necesidad de seguir engordando la idea de ser obrero vitalicio de fábricas, mientras la clase dirigente (o que aspiraban serlo, motivados por el ansia), acumulaban horas de educación capitalista y minoritaria.
Hemos enseñado a lo largo de los tiempos, la importancia de la obediencia, hemos revelado el respetar las jerarquías, pero nos hemos olvidado de enseñar que un servidor público no está para ser servido, sino para servir y mientras sigamos enseñando que se debe hacer la venia y tender alfombras cuando “pluma blanca” llega a nuestra comunidad, la brecha estratificada aumentará kilómetros. “Todavía hacemos la venia a los que manejan el poder, sin asumir que el Estado es nuestro” Jaime Garzón.
Equivocamos el orden, desnudamos la ausencia haciendo sentir que la verdad es un monumento, pero las cenizas de la mentira son su base y en el principio de lo elocuente, un verso emancipado por lo bello y lo sutil, se cuece entre lo virginal y lo entregado, como si la mañana fuera un anuncio de portada para el semanario.
Nos han enseñado a ver en lo claro lo que está oscuro, a ver lo verde en lo que está de rojo, a ver lo recto en lo que está curvo, a ver al bueno en quien la maldad es su frecuente. ¿Ha valido la pena servir, cuando el manoseo no deja de sumar y los derechos violados reverdecen sobre los anticipos?, la educación que ha sido una apuesta por los profesionales de las licenciaturas, sigue hundiéndose entre los escritorios vacíos de academia, pero llenos de corrupción.
El problema de equivocarnos en el camino a seguir es porque solo nos muestran uno, llamamos desnudez a los harapos y de niños los vestidos venían con boleros, corrimos detrás del balón por no querer saltar el laso y en la puerta de la escuela un letrero: “prohibido correr”, contradicción en el que nos envuelven cuando se es niño. “El problema es que estamos buscando a alguien con quien envejecer juntos, mientras que el secreto es encontrar a alguien con quien seguir siendo niños” Charles Bukowski.
Dejar de creer que no es posible vivir en un país mejor es un acto cobarde y dejar de pensar en que la verdad no es el paso ideal para estar en do mayor, es vomitar el decálogo del buen ciudadano.
Creo en la suma de lo bueno y en la multiplicación de los esfuerzos, creo en la resta de lo negativo y en la división del vacío con residuo positivo.
Mg. Gustavo Gómez Reyes
(Roxanne)
