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martes, 22 de marzo de 2016

UN PARAÍSO PARA DOS


Hoy la luna estaba más hermosa que ayer, el firmamento se había vuelto cómplice de la majestuosidad de la luna, la ciudad estaba vestida de gala, el paraíso era real, y un par de enamorados, dejaban volar por un instante su amor, para que se contagiaran todos los presentes, para que la magia se hiciera una y para que en ese entonces, solo llovieran abrazos y caricias.

Todo empezó con un encuentro fuera de ahí, un voltear de calles, una salida ligera de emociones, y un sonrisa plena en cada palabra, mientras el silencio se iba haciendo presente entre los presentes, el agua mojó las horas que se iban desapareciendo con el pasar de las manecillas y de la puesta del sol.

Un pensar ligero y la decisión se tomó, una ruta empinada y las miradas se centraban en el hermoso paisaje que se desnudaba al devorarse los kilómetros, la entrada congestionada, cientos de miradas en el escenario y un Cristo se erige como el testigo fiel de lo que se iba a confesar.

La noche poco a poco hizo su aparición, el viento frío con sus corrientes venía de un lado y de otro, su cabello libre se movía seduciendo el espacio, la ciudad que desde los lejos se hacía presente, era la primera invitada para un momento lleno de locura, deseo, romance y mucho amor.

Descendimos hasta donde la oscuridad podía permitirnos, descendimos hasta donde el viento coqueteaba con nuestros cuerpos, descendimos hasta donde la ciudad se hacía más hermosa, descendimos hasta el mismo principio del amor, descendimos hasta donde las caricias se hacían palomas, descendimos hasta donde los besos se hacían eternos, descendimos hasta donde las miradas fueron un presente que superó un pasado y dejaba venir un venturoso mañana.

El momento se fue haciendo único, todo se amalgamó de tal forma que la sonrisa que ella siempre tiene, hiciera brillar el paraíso, sus manos se extendieron hasta mi rostro, que necesitaba un eterno en ese instante, sus palabras aparecieron tímidas, a veces frías, a veces cálidas, a veces, como casi siempre, solo apareció el silencio.

Un primer beso rozado en la mejilla, dejaba ver que el viento solo era un visitante; un segundo beso, dejaba ver que un deseo podía asomarse; un tercer beso, selló las ganas de hacer de ese momento el más bello jamás vivido entre los dos.


Poco a poco los minutos van apareciendo para torpedear el fantástico inicio de una noche que se vistió con azucenas, que se rodeó de deseo, que se llenó de intrépida conexión entre sus miradas y sus abrazos, que bailó un vals por primera y única vez para los dos, que se lució con adornos simples para hacer la entrada triunfal a la casa del amor, que tomó del día su luz y de las fantasías, toda la energía necesaria para que ese breve instante, fuera el más recordado, porque por fin ella, era ella en su plenitud, no había pasado, no había miedos, no había sino ese momento para los dos.


Y de nuevo la belleza de la ciudad se contempló en todo su esplendor, un titilar de luces y secretos, venían como ráfaga envolvente para sellar un encuentro que se pintaba como el más puro y casto de los sentimientos, porque para él, esa noche era propia de los dos y para ella, él creía que era igual.

Unas estrellas vestidas de azul, con el credo de cenicienta, se paseaban en el ancho espacio para ser testigas fieles de aquel encuentro shakesperiano, que sin ser aduladores, podría ser, la versión más corta y completa de “el sueño de una noche de verano” y porque no, el complemento de una oda al amor de la canción “el amor”.

Para él ha sido lo más bello jamás vivido, para ella, podría haber sido igual; para él, fue el encontrarse entre las mismas nubes y el cielo, para ella, pudo haber sido igual; para él, fue el darse sin esperar, para ella, a lo mejor fue igual; y él, por primera vez, sintió que ella era ella, que no fue un ser lleno de pasados que no la dejaban ser libre en su expresión del sentir, ni tampoco los miedos vacilantes que según ella, son los causantes de que su amor no se de en plenitud; para él, el escucharle oír por primera vez un recital de amor, fue un susurro que danzó en la más dulce de las estaciones y que él esperó por tanto y tanto tiempo, que de pronto sea el recital final.

Las miradas no dejan de hacer un repaso por los rostros, las caricias se suavizan cada segundo con más intensidad, los besos se avientan, y un corrientazo pasa por el cuerpo de él, que insinúa una noche completa, pero se da cuenta que ella no es de osadía, y para no frustrar lo que se había vivido, bastó con recordar que no habían más invitaciones que fueran a recibir un NO.

El firmamento cada vez se despejaba más, la luna estaba en plenitud para esa noche, la ciudad se compenetraba aún más, los breves silencios eran propicios para un abrazo intenso, para un beso sin restricciones, el frío viento que seguía en su faena no quería perderse un solo instante de la vibración emocional que propasaba lo natural, el mágico lugar que estaba vestido de colores y de un brillo especial, tomaron partida en ese primer y único encuentro libre de tiempos, de pasados, de miedos y de dudas.

Él leyó alguna vez que “Nada es para siempre” y que todo buen o mal momento tiene un principio y un final, que los ojos se cierran y se abren sin cesar, que el corazón no va a dejar de palpitar, que los shows de magia son breves y por ello son especiales y fantásticos, que la verdad ahí pronunciada se quedaría en el recuerdo de que una vez se pudo vivir y sentir como nunca se había sentido, que ella pudo por fin ser ella, así hubiese sido por unos minutos, que sus besos fueron entrega libre, que sus caricias fueron manantial de amor, que sus miradas fueron la proyección de esa luna cómplice de los dos.
Un poema pasaba por su cabeza, una sonrisa le agradecía por ese momento, él era consciente que como ese momento no habrán dos, por eso, quiso plasmarlo sin dejar detalle, sin dejar un solo segundo por fuera, sin dejar de vivir ese momento.


Gracias por cada segundo de éste día,
Gracias por tu sonrisa y en especial,
Gracias porque hoy te sentí como nunca te había sentido
(Ah! Bueno, fue el efecto del frío)
Entonces gracias a los dos: a ti y al frío.

Y como si la magia fuera un cupido, ella deja ver que su emoción y su primera vez siendo ella, también tenían su encanto y su Benedetti.

Gracias a ti mi cielo por esos momentos
Tan bonitos que vivimos,
Gracias por regalarme tu calor,
Por darme tus besos,
Por ofrecerme tu amor,
Por ser ese gran motivo de felicidad,
Amor y pasión.
Gracias por hacer que solo sea yo,
Por hacer que confíe en mí.
Gracias por permitirme vivir estos tiempos contigo
Y por los que nos vendrán juntos.
Que sea la fuerza del amor
Quien nos una cada vez más.
Que sea el amor quien alimente más este sentimiento.
Que sea el sentimiento que nos de vida.
Que sea la vida quien nos de los días para estar juntos.
Que sea un juntos que nos dure toda la vida. (N.G.)

La noche llega a su final y la realidad vuelve a su normalidad, hoy el frío de la soledad se hace inclemente, su voz no está, su mirada estará en otro lugar y con otros protagonistas, sus sonrisas no serán para mí, sus caricias tendrán otro rostro y de sus besos no sabría decir.

Lo que sí sé, es que ese paraíso, por una noche, por unos minutos, fue el más bello paraíso para los dos. Y en esa noche, hubo un TE AMO real.


Roxanne
(Gustavo Gómez Reyes)

sábado, 12 de marzo de 2016

BESO PARA UN FINAL



BESO PARA UN FINAL

Con el silencio apareció la noche,
Las verdades que se esperaban
Vacilaron con el viento
Y en el frío del momento, una lágrima se escapó.

Los minutos se aceleran,
Un beso se da sin garantía de lo eterno,
Las sillas de un coche son la antesala,
Y el recostar la cabeza es su esperanza.

Otro beso abre la duda de la permanencia,
El frío se intensifica y golpea como puñal
Cuando él con el corazón partido decide no más,
Mientras acaricia su rostro angelical.

Las lágrimas hacen caudal,
Sus manos no se separan y piden una vez más
Que no la deje, que le perdone
Mientras el silencio tortura sin piedad.

La magia de las noches anteriores
Fue esquiva aun habiendo amor,
El reloj no detiene el tiempo
Y un te amaré  los rodea sin mediar.

La lluvia empieza a caer sin cesar,
Las lágrimas no paran de rodar,
Un beso aparece de nuevo en el final
Y la mirada fija queda para enmarcar.

Una caricia, y un suspiro,
Dejan una puerta abierta
En esta noche donde el corazón
Quisiera no latir más.

Sin reproches, sin dureza,
Con la misma ternura,
Como cuando llegó el amor,
Se da un beso para el final.

Roxanne
(Gustavo Gómez Reyes)

lunes, 7 de marzo de 2016

BELLA MUJER




BELLA MUJER

En la noche donde la verdad se hace real,
En la plenitud de la esencia misma,
En el credo donde tu presencia es única,
Te haces tú, bella mujer.

En la tarde donde el viento es tu cómplice,
Con recelo y en entrega,
En el mismo inicio de la idea propia
Te apareces tú, bella mujer.

Con la claridad de la ternura,
Con el tesón de una valiente,
Con el silencio adornando tu cuerpo
Te creces tú, bella mujer.

Con los pétalos salidos de tu piel,
Con la firmeza del ser que tiene palabra,
Con tus labios húmedos del amor que posees
Te elevas tú, bella mujer.

En la grandeza de lo permitido,
En la sencillez de lo vivido,
En el ir y venir de los años,
Te vuelves tú, bella mujer.

Con tu vientre ofreces vida,
Con tus manos regalas caricias,
Con tus ojos das luz
Por doquiera que vas, bella mujer.

En tiempo presente,
Entre sábanas y pasión,
Entre besos y alegrías
Existes tú, bella mujer.

Entre el uno y el uno
Como único ser
Te encuentras tú,
Bella mujer.

Roxanne

(Gustavo Gómez Reyes)

miércoles, 2 de marzo de 2016

EN UN DÍA COMO HOY

EN UN DÍA COMO HOY

No es en primavera donde florecen las flores,
No es en verano cuando se hacen las vacaciones,
No es en otoño cuando se hermosean los parques,
No es en invierno cuando se blanquean los rocíos;
Es el instante mismo en que tu mirada
Se despliega por cada lado y rincón
Del pequeño cuarto donde nos encerramos para amarnos,
Para decirnos cuánto nos amamos,
Para calcular cuánto es el tiempo permitido
En las tardes y en las noches vírgenes y sedientas
Por una gota de amor que permitimos destilar.

No es con los números con los que aprendí a sumar,
No es con el alfabeto con que aprendí a escribir,
No es con la geografía como me logré ubicar,
No es con la biología como entendí nuestro ecosistema;
Es con tu forma de hablar como descubrí el universo,
Ha sido con tu sonrisa como navegué los siete mares,
Es en tus manos donde se siente el sumar y el multiplicar,
Es con tus gestos como se expresa mejor
El español y las otras áreas del conocimiento,
Donde la materia que más me gusta, eres TÚ.

No es en el descanso donde me relajo,
No es en las lúdicas donde me ejercito,
No es la salida el momento que más disfruto,
No es en la cama el lugar donde más sueño;
Es en tu cuerpo suave y fresco
Donde me anido como recién capullo,
Donde me elevo en la máxima capacidad de mi Yo,
Encontrando el lado exacto del TE AMO,
Que se dibuja como una canción de Perales,
Y en un beso que no nos hemos dado,
En un día como hoy, entre las cuatro y las seis.

Roxanne

(Gustavo Gómez Reyes)