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miércoles, 1 de noviembre de 2017

¿Y PARA QUÉ ME SIRVE, A MI, LA FILOSOFÍA?

¿Y para qué me sirve, a mí, la filosofía?

‘Si la filosofía peligra en Colombia, peor: será algo más en qué ser menos’, dice el analista.
Es sensato reiterar que el pluralismo de la filosofía (de ella misma, no solo de sus especialidades) es una realidad desde la que hay que partir.
Foto: 
123rf
Por: Vicente Jaime Ramírez Giraldo*  31 de octubre 2017, 10:11 p.m.
La filosofía, en el fondo, no es inocente ni mucho menos inofensiva. Digo inocente en el sentido legal: no está exenta de culpa y, si no hay duda sobre su identidad, de seguro ha sabido lo que ha estado haciendo. La situación no es obvia aunque es comprensible: se la ataca y procesa tanto que los que pasan cercanos a las disputas llegan a la curiosidad y hasta se sienten interesados.
No hay que temerles a quienes la enjuician, a quienes justifican el mérito del escándalo y hacen gala del celo inquisidor. Suelen ser los filósofos mismos: se procesan a sí mismos, incesantes. A otros hay que temerles: a los burócratas con algún poder de decisión en el presupuesto, a los administradores –públicos y privados– que, incluso con buenas intenciones, quieren que la gente aprenda cosas útiles o, en todo caso, rentables. 
Tampoco debería dejarse de lado a los prudentes padres de familia (¿quién quiere que su hijo se dedique a la filosofía?), que tienen sus variados motivos de preocupación.
En el símil que he utilizado personifico la filosofía (lo que tiene antecedentes respetables) y, precisamente, en la figura dramática del acusado. Pero mi recurso es útil y menos grave que otro: abarcar la prodigiosa diversidad de filosofías en una sola, la filosofía.  SIGUE AQUÍ




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