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miércoles, 15 de abril de 2020

EN ESTOS DÍAS


EN ESTOS DÍAS

En estos días de aislamiento, donde ha sido para muchos algo nuevo el compartir con la familia tantas horas, me he dado cuenta que hemos estado alejados de lo que más debemos amar: NOSOTROS MISMOS.

La naturaleza ha sido pasiva, comprensiva y hasta dócil con todos los exagerados tratos que le hemos dado a lo largo de su existencia: hemos talado árboles; hemos contaminado ríos; hemos exterminado a los animales; hemos creado armas de destrucción masiva sin medida; hemos idiotizado al ser humano con tanta tecnología; hemos vuelto importante lo material por encima de lo espiritual; hemos olvidado lo grande que somos como seres creados.

Hoy ante el azote de un virus, que no importa si fue creado por un científico loco pagado por una potencia para la destrucción de la humanidad, hemos comprobado una vez más que somos los seres más frágiles de la creación, pero que también somos los seres menos inteligentes dentro de la cadena de los seres vivos, ya que de una forma u otra, nos la hemos pasado creando maneras de destruirnos todo el tiempo.

Desde ser seres egoístas, mentirosos, arrogantes, avaros, corruptos, hasta llegar a ser asesinos, ladrones, usurpadores, cretinos, secuestradores, difamadores y blasfemos. Sin darnos cuenta que todo lo que hacemos al otro es una ofrenda en altar hacia nosotros mismos, es decir, que hemos sido víctimas de nuestros inventos, y que todo lo que se ha planeado en contra del otro, ha caído sin vacilación a nosotros.

El maestro corrupto que cobra por las horas que no trabaja, el congresista que hace leyes en contra del pueblo que lo eligió, el presidente de un país que silencia a todos aquellos que le conocen su vida de paramilitar, el sacerdote que usa su rol de clérigo para abusar de niños, el policía que comparte lo producido por el ladrón, el cajero de un banco que se presta para ser el atisbador en un fleteo, el guerrillero que tuerce sus ideales y secuestra personas ocasionando el sufrimiento a toda una familia, el deportista que arregla un partido y pierde toda ética deportiva, son algunos de los ejemplos de lo mal que va la sociedad.

Nos hemos dedicado durante mucho tiempo a querer pasar por encima del otro; hemos menospreciado al débil; hemos presumido de nuestra mejor condición social y hasta a veces, hemos presumido que “nuestro” Dios, el de la Iglesia a la cual asistimos es mejor que el de otra Iglesia o culto; hemos olvidado a nuestro seres queridos por estar ocupados haciendo fortunas materiales; hemos obstruido la evolución natural de la naturaleza por querer imponer nuestra evolución tecnológica; hemos oscurecidos los días de la humanidad con tanto egoísmo, con tanta hipocresía, con tanto vacío espiritual y sobre todo, con tanta escasez de humanidad.

Hoy en la “soledad” de nuestras casas, a lo mejor cada uno de nosotros nos hemos dedicado a hacer reflexiones, a hacer “mea culpas”, a retomar (si alguna vez lo hubo) los momentos de oración, a leer la Biblia, a hacer acuerdos de mejoras en las relaciones con los seres que habitan nuestros espacios y sobre todo, a SER nosotros mismos en nuestra esencia o a ser nosotros en la esencia de las circunstancias.

Con gritos unidos desde las distancias marcadas por el aislamiento, pedimos que la imbecilidad del hombre cese de una vez y nos hagamos más humanos; que cuidemos de nuestros animales Y de la naturaleza en todo su esplendor; que cuidemos de nuestros seres amados en toda su condición humana; que cuidemos nuestra relación con lo Divino; que cuidemos nuestras voluntades y la forma de tomar nuestras decisiones y en especial, que cuidemos lo que nos hace ser los seres pensantes y racionales: NUESTRA CONDICIÓN HUMANA.

Es menester aplaudir y felicitar a todos aquellos que hoy son ejemplo de solidaridad; de agradecer a tantas y tantas personas que elevan una plegaria porque cesen los muertos y los contaminados por el virus; de agradecer a todas las personas que desde el aislamiento en sus casas contribuyen para que el contagio y la calamidad sean menores; de agradecer por tantas palabras de aliento y apoyo moral cuando la esperanza flaquea; de agradecer a los médicos, enfermeras y a todos aquellos que arriesgan sus vidas por salvar la de otros.

Hoy Tú y Yo somos la Luz que debe iluminar los caminos de las dudas, de la desesperanza, de la discordia, de la idiotez, de la mentira.

Por eso amigo/amiga, este mensaje es para ti.
Mg. Gustavo Gómez Reyes
(tatalius2005)



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